HISTORIA

A finales de los alegres años sesenta, en 1966 más concretamente, se entregaban en los extrarradios del oeste coruñés una serie de viviendas llamadas "baratas" a múltiples familias procedentes del entorno rural, muy singularmente de la comarca de Bergantiños. Hablo, pues, de las Casas o Viviendas de Franco, más allá del Agra del Orzán.

Entre las décadas de los sesenta y setenta fueron surgiendo en A Coruña una serie de barrios de rápida y pésima construcción que debían atender la creciente demanda de vivienda por parte de familias rurales trasladadas, mal que bien, al nuevo entorno urbano en busca de una vida mejor (¿os suena?). Uno de ellos, el más poblado, es el Agra del Orzán/Agra do Orzán. Según la denominación clásica, sería entonces el conjunto de la superficie urbana comprendida entre la Ronda de Nelle y la Ronda de Outeiro, limitado éste al corte transversal de la Avenida de Finisterre. Siendo así, las llamadas Casas de Franco, que se entregaron ese año de 1966 -brazo en alto a la moda romana- construidas sin más, sin aceras o calles, sin transporte urbano o dotaciones escolares, más allá de la Ronde de Outeiro, no formarían parte del Agra del/do Orzán ni tampoco del nuevo barrio del Ventorrillo, creado ya entre finales de los setenta y comienzos de los locos ochenta. Muchos niños y niñas de entonces aprendimos a biciclear en aquellas maravillosas pistas de asfalto ya que, al contrario de la urbanización del Franco, allí primero fueron las infraestructuras y después las viviendas. Viva la diferencia!!!

¿Qué será, pues, este territorio? ¿Qué terribles sucesos desencadenaron una percepción tan negativa e incívica en el conjunto de la ciudad a respecto de las personas que lo habitaban y habitamos  para que se nos defina por el nombre dado a una región de la República Democrática del Congo -antes Congo Belga y Zaire- conocida con el nombre de Katanga?

Podríamos preguntarle a este señor de mi izquierda si sabe la razón. Tampoco es este barrio coruñés el único que recibió este apodo "cariñoso". En aquellos años, otras casas baratas que se entregaron por el Régimen en diferentes puntos del Estado, habitadas por el mismo perfil rural que en nuestro caso, recibieron este "nombre de guerra" para advertir al conjunto de ciudadanos y ciudadanas, de la urbe y del orbe, contra los modales, costumbres y comportamiento de las personas, humildísimas, que encontraban un pequeño atisbo de esperanza entre cuatro paredes matadas que delimitaban no mucho más de cuarenta metros cuadrados de dignidad. La razón de escoger ese nombre y no cualquier otra referencia geográfica del horror humano es la interminable guerra de secesión de Katanga comenzada en 1960 y las consiguientes insurrecciones declaradas contra la reunificación a lo largo de la década de los setenta, la de Tony Manero y los Bee Gees.

Mucho me temo que tras ese nombre que nos dieron, asumido por los habitantes del barrio con cierta normalidad e incluso "orgullo patrio", se esconde una tragedia diaria, real aunque distante, humana y africana, que tiene que ver, cómo no, con el cobre (shaba), cobalto, estaño, uranio, radio y...diamantes. Diamantes de sangre:

"En el pueblo de Mwitobwe, en la provincia de Katanga, mujeres y hombres, incluido el soldado omnipresente, escuchan atentos las explicaciones de un representante de la ONU, que les intenta concienciar de que la violación es un crimen y de que deben denunciar las agresiones para que quienes las cometen no queden impunes. En los raros casos en los que se condena, el atropello a los derechos humanos y a la víctima se salda con el pago de cinco cabras, un colchón, una pieza de tela, una manta y alguna moneda"...LEER MÁS.

By Katangueira